MCKINLEY O DENALI
6.194 m.s.n.m.
América del Norte - Alaska
TRABAJO EN EQUIPO
"Para alcanzar la cumbre y retornar, cada uno de nosotros cumplimos un rol complementario, de acuerdo a nuestras competencias."
Fecha de cumbre: 31 de mayo 2008
Reseña histórica
McKinley 6.194 m.s.n.m. La montaña más alta de América del Norte y la más fría del planeta. Se encuentra localizada en el parque nacional del mismo nombre y por su posición geográfica corresponde a la parte Sur Central de Alaska.
Por estar localizada en el paralelo 63 el límite inferior de las nieves persistentes, corresponde a una altura sobre la que se eleva desde su base de 200 mts., la montaña se encuentra totalmente cubierta de nieve y hielo; sus glaciares más importantes son: Muldrow, Hana, Harper, Takchitna, Traleika.
La distancia por recorrer para alcanzar su cumbre es de bastante consideración, se descomponen en dos partes:
1.- La Tundra, 79 Km. de recorrido total.
2.- La montaña propiamente dicha, 65 Km. ascenso y descenso, es decir, que la expedición completa es de 144 Km.
Es necesario cruzar sin exageración muchos cientos de grietas de todas dimensiones, los aludes de nieve y hielo son constantes, las temperaturas son extremas, en verano se registra 38 grados centígrados bajo cero. Las tempestades alcanzan una violencia insospechada y se producen súbitamente.
Se requieren medios de transporte para acarrear el equipo y alimentación.
DIARIO DE MONTAÑA
“Trabajo en Equipo: Cada montañista cumplió un rol complementario de acuerdo a sus competencias”.
La aventura partió el 19 de mayo de 2008, salí del Ecuador con destino Atlanta, una pequeña escala me permitiría tomar el vuelo a Seattle y luego como destino final a Anchorage capital de Alaska. Tenía curiosidad de llegar a este sitio, sabía que no hay noche en el verano, además conocer a mis futuros compañeros de expedición, con quienes me había comunicado por internet y quería conocerles en persona.
En Anchorage nos hospedamos dos días, aquí compramos equipo, retiramos la comida que estaba previamente pagada y alquilamos el teléfono satelital. Después fuimos por vía terrestre hasta Talkeetna un pequeño pueblo que vive del turismo, dejamos nuestro equipaje en una bodega de las oficinas que alquilan las avionetas, para en el transcurso del día organizar el peso que llevaríamos.
El 23 de mayo a las 9h00 con 330 kilos de peso, nos embarcamos 6 personas en la avioneta, impresionante ver el Polo Norte lleno de montañas, picos y nieve, un sin fin de horizonte que al mismo tiempo asusta al ver tanta magnitud. Después de treinta minutos de disfrutar el paisaje, aterrizamos sobre una pista de hielo en el campo base ubicado a 2.225 m.s.n.m., ya con nuestra carga, nos pusimos a organizar los trineos, para salir hacia el campamento 1 ubicado a 2.408 m.s.n.m.
Caminamos ocho horas el peso era excesivo, pero necesitábamos llevar hasta este sitio todo, aquí dejamos nuestras primeras reservas. Armamos el campamento, comimos, nos hidratamos y descansamos.
A la mañana siguiente nuestro objetivo era el campamento 2 ubicado a 3.048 m.s.n.m., el tiempo no estaba a nuestro favor, pero teníamos que continuar, la ruta paulatinamente se ponía más empinada, el peso era un poco menor que del día anterior, pero igual seguía siendo exigente arrastrar, el viento soplaba fuerte, la temperatura bajaba constantemente, la nieve me golpeaba el rostro y se quedaba reposando sobre la vestimenta. Llegamos con mucho frío, pero teníamos que cavar en la nieve para instalar la carpa, lugar que deseábamos esté listo para guarecernos del mal tiempo y poder descansar.
Después de desayunar, equipamos nuevamente nuestra partida hacia el campamento 3 ubicado a 3.353 m.s.n.m., hacía frío, no había viento, el sol estaba radiante pero no calentaba, sabíamos que hay que caminar ocho horas, es lo que se acostumbra entre un campamento y otro, siempre contentos, optimistas y seguros de lo que hay que hacer para lograr un bienestar y disfrutar de cada momento, de compañía, procurando una amistad entre los expedicionarios.
Campamento 3, aquí pasamos dos noches, se planificó hacer un porteo hacia Windy Corner, se observaba una pendiente como de 45 grados, así que fuimos a conocer este sitio, la verdad es que se observa otro paisaje, más montañas cubiertas de nieve y un sin fin en el horizonte, el monte Hunter y el Foraker, todo el tiempo nos acompañan.
Bajamos nuevamente a descansar, disfrutamos mucho de ese porteo, fuimos rápidos y poco cargados, entonces la sincronización entre uno y otro es más homogénea.
A la mañana siguiente teníamos que portear todo hacia el campamento 4 ubicado a 4.328 m.s.n.m., ahora si estaba muy pesado, que dolor de cuello, nuca, hombros y espalda, era a consecuencia del peso que llevaba, llegamos a Windy Corner recogimos las cosas y seguimos hacia el objetivo de ese día que lo alcanzamos muy cansados, dejamos las mochilas y el trineo y nos pusimos a trabajar instalando las carpas, que duro, pero no hay otra alternativa.
Dormimos dos noches en el campamento 4, un día lo dedicamos a portear hacia la arista que dirige al campamento 5, había mucho viento lo cual hace fría a la montaña, subimos con cuerdas fijas porque la inclinación es de 60 grados, se debe tener cuidado y sobre todo deslizarse con cierta ligereza y seguridad porque hay más escaladores detrás.
A la mañana siguiente el pronóstico nos indicaba que venían días de buen tiempo y que después se aproximaba una tormenta que duraría de tres a seis días.
Decidimos no descansar y portear todo lo necesario para el campamento 5 ubicado a 5.243 m.s.n.m., no podíamos perder tiempo, el descanso quedó para cuando estemos en la ciudad, trabajamos intensamente. Cargaba mucho peso no podía ni pararme para seguir caminando, me costaba trabajo, hubo un momento en que lloré de la impotencia, pero no debía dejar nada, todo era necesario para la cumbre y para estar en este campamento que era mucho más frío. Mi mente reaccionó y dije no, no me puede parar el sueño de llegar a la cumbre el peso, debo seguir, así que me armé de valor y coraje, me paré con todas las dificultades que tenía y seguí caminando sin perder la concentración para no resbalar eso hubiese sido fatal, rodar a los lados más de seiscientos metros, no iba a permitir que me pase nada.
Llegué a este campamento exhausta, es que no hubo día que no terminemos completamente cansados, dábamos lo mejor de nosotros, físicamente y emocionalmente, tenía que descansar para al día siguiente ir hacia la cumbre.
A las 10h00 del 31 de mayo de 2008 salimos del campamento 5 hacia la anhelada cumbre, pasamos por el Denali Pass, se asciende alrededor de una hora, íbamos contentos, el tiempo estaba a nuestro favor, no se sentía mucho frío, pero si llevaba sobre mi la ropa de plumas, porque las congelaciones en las manos y pies, son el pan de cada día, es lo que se escucha en la montaña.
Seguimos ascendiendo, el cielo se nubló, pasamos el sitio denominado campo de fútbol, íbamos con toda la emoción parecía que estaba cerca la cumbre, pero no fue así, faltaba ascender y el ascenso estaba fuerte, el cansancio llegaba, no podíamos ver la ruta ni a los compañeros, después de caminar una hora ya escuchábamos que la cumbre está muy cerca, los ojos se me llenaron de lagrimas al saber que el sueño se cumplió, de ser la primera ecuatoriana en alcanzar la cumbre más alta de América del Norte y la más fría del planeta, hasta que llegamos a la cima esto fue el 31 de mayo de 2008, nos dimos los abrazos de felicitación los unos a los otros sin parar, con mucha alegría nos decíamos frases de aliento.
Después de estar alrededor de veinte minutos en la cumbre tomándonos fotografías, empezamos a descender, estábamos recuperados, habían nuevas fuerzas en nuestro cuerpo, caminamos 4 horas hasta llegar al campamento 5 nuevamente, esta jornada fue muy exigente estaba completamente exhausta, tenía sed y hambre, entré a la carpa a descansar, tome algo de líquido y quedé profundamente dormida.
Al día siguiente recogimos el campamento y decidimos ir directamente hacia el campo base, era una idea loca, pero la desesperación por salir de la montaña en vista de que se aproximaba una tormenta nos daba ánimos, emprendimos el descenso, fue extremadamente agotador, los pies se nos llenaron de ampollas, pero igual teníamos que llegar, después de once horas de descender casi trotando pudimos descansar en el campo base.
Al día siguiente la avioneta nos fue a retirar a las 8 de la mañana, que conmoción salimos sanos y salvos y con la cumbre en nuestras vidas, fueron once días de expedición inolvidable experiencia.